La crisis sanitaria, junto con las restricciones de movilidad y el trabajo remoto, han acelerado de forma repentina la demanda de firma electrónica en las organizaciones. La urgencia por atender esta demanda ha llevado a las empresas a enfrentarse a un dilema: extender la solución que ya estaban utilizando a nuevos casos de uso o multiplicar las soluciones en función de las nuevas necesidades.
Estos enfoques han permitido dar respuesta a la urgencia de la situación, pero arrastran ineficiencias cuando el uso se produce a escala. Además, no se han tenido en cuenta aspectos de ámbito más amplio, como los procesos o la transformación del negocio.
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